Perdió las piernas por culpa de un producto doméstico de uso común y ahora advierte a todas las mujeres: lee los comentarios👇😭
La historia de Lauren Wasser, una reconocida modelo de California, se transformó en un símbolo mundial de concientización sobre los riesgos asociados a ciertos productos de higiene íntima. Su vida cambió por completo en 2012, cuando un episodio que parecía una simple molestia terminó convirtiéndose en una emergencia médica que marcaría su futuro para siempre. Hoy, con un mensaje firme y un compromiso inquebrantable, busca evitar que otras mujeres atraviesen una experiencia similar.

Todo comenzó cuando, con apenas 24 años, Lauren llegó al hospital con lo que creía que era una gripe fuerte. Los médicos descubrieron rápidamente que no se trataba de un cuadro viral, sino de un síndrome de shock tóxico, conocido como TSS, una afección poco frecuente pero grave, relacionada con toxinas bacterianas. La joven había utilizado un tampón, un elemento ampliamente difundido y presente en la rutina de millones de mujeres. Sin embargo, cuando se usa durante demasiado tiempo, puede favorecer condiciones que permiten la proliferación de bacterias capaces de desencadenar esta enfermedad.
El diagnóstico fue devastador. Lauren pasó más de una semana en estado crítico, y al despertar se enfrentó a una noticia que jamás imaginó: los médicos se habían visto obligados a amputarle una pierna para salvar su vida. Aquel episodio marcó el inicio de una nueva etapa dolorosa y desafiante, pero también el nacimiento de su misión más importante: prevenir que otras mujeres sufran lo que ella vivió.

Con el paso del tiempo, su salud continuó deteriorándose debido a las secuelas del síndrome. Aunque intentó mantener su carrera y reconstruir su vida, la infección había causado daños permanentes. En diversas entrevistas, como la ofrecida a “InStyle”, Lauren explicó que convivía con dolores intensos y que, inevitablemente, los especialistas le habían anticipado que también perdería su otra pierna. Esa advertencia se hizo realidad años después, cuando finalmente debió someterse a una nueva intervención quirúrgica.

A pesar de las dificultades, Lauren decidió transformar su experiencia en un motor de cambio. Desde el primer día, se dedicó a difundir información clara y accesible sobre el riesgo potencial del uso prolongado de tampones, especialmente cuando se mantienen por más tiempo del recomendado. Su objetivo es que más mujeres conozcan las señales de alerta y comprendan la importancia de utilizar productos adecuados y seguir las indicaciones de los profesionales de la salud.

“El TSS me costó la pierna, pero desde entonces me he dedicado a concienciar sobre su prevención. Quiero educar a las mujeres sobre los riesgos potenciales que entraña el uso de los tampones. El TSS ha afectado a mujeres durante más de 30 años y queremos que eso deje de suceder. ¿Cuántas vidas se necesitan para que algo cambie?”, expresó Lauren al relatar su historia, dejando en claro la urgencia del tema.

Su lucha también tomó un camino legal. Emprendió una demanda contra la marca de tampones que había utilizado, con el propósito de visibilizar la necesidad de mayor información y transparencia en torno a estos productos. Para ella, no se trata únicamente de justicia personal, sino de un esfuerzo por fomentar regulaciones que protejan a las consumidoras.
Tras la amputación de su segunda pierna, Lauren compartió una imagen junto a la atleta paralímpica Amy Purdy, quien también atravesó una experiencia similar. En su mensaje afirmó que, pese a las circunstancias, mantiene la esperanza y está convencida de que su vida seguirá avanzando hacia nuevos desafíos y oportunidades. Sus palabras reflejan una mezcla de fortaleza, vulnerabilidad y un poderoso deseo de inspirar a otras personas.
Hoy, Lauren Wasser se ha convertido en una voz respetada y necesaria en la conversación sobre salud íntima femenina. Su historia, aunque dura, está impulsada por la resiliencia y el compromiso de generar un cambio real. Su testimonio invita a tomar conciencia, a informarse y a recordar que incluso los productos más cotidianos requieren un uso responsable. Su mensaje final es claro: ninguna mujer debería atravesar lo que ella vivió, y compartir información es el primer paso para lograrlo.
