Si tus abuelitos tienen las uñas de los pies así es mejor que… Ver más
Con el avance de la edad, muchas personas comienzan a notar que sus uñas ya no se ven ni se sienten como antes. Se vuelven más gruesas, opacas, quebradizas, con tonalidades amarillentas o incluso con deformaciones visibles. A este conjunto de cambios se lo suele llamar de manera popular “uñas de viejo”, una expresión extendida pero poco precisa que no siempre refleja lo que realmente ocurre en el organismo. Detrás de esta denominación no suele haber una enfermedad puntual, sino una serie de transformaciones naturales asociadas al proceso de envejecimiento.
Es importante aclarar que las “uñas de viejo” no constituyen un diagnóstico médico en sí mismo. En la mayoría de los casos, se trata de modificaciones progresivas que afectan tanto a las uñas de las manos como a las uñas de los pies, y que suelen comenzar a manifestarse a partir de la adultez media o en etapas más avanzadas de la vida. Estos cambios no aparecen de un día para otro, sino que se desarrollan lentamente, muchas veces sin generar molestias evidentes al principio.
Uno de los factores principales detrás de estas alteraciones es que, con los años, el crecimiento de las uñas se vuelve considerablemente más lento. Al mismo tiempo, su estructura se modifica, haciéndolas más frágiles y menos resistentes frente a agresiones externas. Esta combinación provoca que se rompan con mayor facilidad, pierdan brillo y adopten una apariencia irregular. Además, el desgaste acumulado a lo largo de la vida comienza a hacerse visible.
Entre las causas más frecuentes se encuentra la disminución de la circulación sanguínea, algo habitual con el envejecimiento. Al llegar menos sangre a las extremidades, el aporte de nutrientes y oxígeno hacia la uña se reduce, lo que impacta directamente en su calidad. A esto se suma una menor producción de queratina, la proteína responsable de dar fuerza y consistencia a las uñas, lo que explica por qué se vuelven más débiles y quebradizas.
Otro elemento a considerar es la exposición acumulada a pequeños traumatismos, especialmente en los pies. El uso de calzado inadecuado, la presión repetida o los golpes constantes a lo largo de los años pueden modificar la forma de la uña y favorecer su engrosamiento. También influyen los cambios hormonales y metabólicos, así como la presencia de enfermedades crónicas como la diabetes o los trastornos vasculares, que pueden aumentar el riesgo de infecciones y complicaciones.
En este contexto, las infecciones por hongos, conocidas como onicomicosis, son más frecuentes en personas mayores y pueden confundirse con cambios propios de la edad. Asimismo, ciertas deficiencias nutricionales, problemas dermatológicos o alteraciones circulatorias también pueden manifestarse a través de las uñas, modificando su color, textura o forma.
Si bien en muchos casos estos cambios forman parte del envejecimiento normal, no todas las alteraciones deben considerarse inofensivas. Cuando las uñas presentan dolor, mal olor, desprendimiento, sangrado, o adquieren una coloración oscura, verdosa o negra, o si se deforman de manera rápida, es fundamental buscar una evaluación médica. Un podólogo o profesional de la salud podrá determinar si se trata de un cambio benigno o de una afección que requiere tratamiento específico.
Aunque no es posible detener por completo el paso del tiempo, sí se pueden adoptar medidas para mejorar la salud y la apariencia de las uñas. Mantenerlas limpias y secas, cortarlas de forma regular y recta, evitar golpes repetidos, utilizar calzado cómodo y hidratar uñas y cutículas son hábitos simples que ayudan a prevenir complicaciones. Estos cuidados básicos pueden marcar una diferencia significativa en la calidad de las uñas a largo plazo.
En definitiva, las llamadas “uñas de viejo” no son solo una cuestión estética, sino una señal visible de los cambios que el cuerpo experimenta con la edad. Prestar atención a su evolución y consultar ante cualquier cambio llamativo permite diferenciar lo normal de lo patológico y actuar a tiempo para preservar la salud.
